• La Facultad de Comunicación Social, con sede en Guayaquil y también en Quevedo, creó La Unidad de Titulación con el fin de que los egresados de cada carrera puedan obtener su título después de 6 meses de haber salido de la universidad.
  • “La Bella y la Bestia sobre ruedas”, fue denominada la propuesta de navidad por el club de patinaje Bisanti Pesántez, ubicada en la Av. Francisco de Orellana, junto a las piscinas de Jorge Delgado.
  • El trabajo de un sombrero, demanda mucho esfuerzo y tiempo, Don Jouberth aclara que los más fáciles requieren un lapso de 15 a 60 días, sin embargo uno extra-fino puede llevar hasta 10 meses, y su valor oscila entre $150 hasta los $2000 respectivamente.
  • Un drone puede llegar a costar desde $100 hasta los $3500, todo esto según para el uso que se tenga planeado con el mismo, los multicópteros ya sean de 4 u 8 motores pueden permanecer en el aire, alrededor de 20 minutos.
  • Aniceto Barrero de 56 años, abrió su local llamado “Grande, Grueso y K-bezón”, que se dedica a la venta de varios piqueos, en la ciudad de Guayaquil.
  • Aarón Torres de 18 años, intenta replicar el nombre de Acción Poética Guayaquil, con murales al sur de la ciudad.
  • La lucha libre es un deporte de espectáculo e incluye disciplinas de combate así como de artes escénicas, Iván Bustamente debutó a los 15 años, y adquirió el nombre de "El Cuervo".

sábado, 30 de julio de 2016

ROW, una revolución contra las cuerdas.



La lucha libre es un deporte de espectáculo e incluye disciplinas de combate así como de artes escénicas, su historia comienza en los carnavales del siglo XIX cuando se hacían demostraciones de fuerza física, luego con el pasar de los años evolucionó y ya en muchos países de América solo se la considera como un deporte de entretenimiento, sin dejar de lado, los riegos que atraviesan.

En Ecuador, la lucha libre es bien vista por el público, son millones los fanáticos y otros la han llevado a un nivel más alto que ese, debido a esto, en las instalaciones del TopGym de la Alborada, norte de la ciudad de Guayaquil, existe la industria ROW (Revolutions of Wrestling), dedicada a enseñar este deporte a decena de chicos y organizar de igual forma, eventos de luchas.

Iván Bustamante de 30 años es su fundador, su carrera comenzó cuando apenas tenía 15 años de edad, luego un año más tarde debutó contra las cuerdas, fue ahí donde supo que esto llegaría a ser su profesión y jamás se alejó de ello. Como todo buen luchador debió generarse un sobrenombre, recuerda que su maestro le propuso que consiguiera un personaje, y al ser él muy flaco pocos le quedaban. “Soy un buen lector de cómic, y una vez leí el de “El Cuervo”, era de contextura delgada como yo, encajaba perfecto en mí, por eso lo escogí”, relata a cerca de su ídolo.

Para completar su vestimenta, “El Cuervo” debe maquillarse, sombrearse los ojos, pintarse la cara y vestir apropiadamente, él ha pertenecido a varias industrias, por esta misma razón sus contrincantes no solo han sido compatriotas, sino también luchadores de otros países, no tiene ninguna pelea en especial, pues al preguntárselo, su rostro se ilumina al rememorar todas sus luchas y asegura que cada una de ellas es su favorita.

A su academia llegan chicos y chicas con ganas de aprender, todos ellos con una misión, ser cada día mejores y porque no, ser como una de las superestrellas de la WWE (Worl Wrestling Enterteiment), radicada en Estados Unidos.

Entre sus alumnos está Julio Gorozabel, quien personifica al "Tornado Rojo", su afición la adquirió desde pequeño cuando veía la televisión, de ahí su admiración por “Rey Misterio” (un luchador oriundo de México, pero que adquirió su fama cuando llegó a la WWE) y ahora que tiene 27 años le llama mucho la atención formar parte de este mundo. Él ha invertido mucho en lo que quiere llegar a ser, su traje le costó $140, que incluía botas a su medida, traje y una máscara para no revelar su identidad.  "Es más complicado de lo que la gente cree, se necesita jerarquía, habilidad, de lo contrario te puedes lesionar", afirmó.

El ganarse un nombre no es tan fácil, se necesita valor, fuerza, perder los miedos y ante todo profesionalismo, hay que recordar que al ring no todos pueden llegar, su estructura se basa en 4 postes que están rodeados por cuerdas de acero reforzados con una capa de hule, su base está compuesta de tabloides, metal y una capa de lona forrada con hule, la cual debe ser minúscula con el fin de no fracturar los tobillos.

En la misma área encontré a “Macabro” un joven de cabello alborotado, de contextura gruesa y con un poco de afición a ser comentarista de luchas, sin embargo esto solo lo hace con sus compañeros cuando ellos están entrenando.  Su nombre es Kevin Estrada, posee 19 años y hace dos tomó la decisión de formar parte de los combates, su vida está marcada entre las Artes Plásticas y el ingreso a la Universidad de las Artes.

Por otro lado Bustamante menciona que cada entrenamiento es importante, lo jocoso es haber tenido estudiantes que van el primer día y al siguiente ya no vuelven, su cuerpo no los deja, el dolor de extremidades es total, Alejandro Sánchez quien personifica a "Siniestro", relata que eso le sucedió a él, sin embargo no se rindió y ya lleva dos años persiguiendo su sueño. Ahora que posee 23 no desea detenerse, su admiración recae en “The Undertaker” e invita a todos al ring, para que sientan en carne propia lo que asumen es ficción.

Los entrenamientos pueden durar entre 15 a 20 minutos, los combatientes salen sin respiración, bañados en sudor, con ganas de hidratarse, Walter Castro (23) quien estudia medicina en la Universidad de Guayaquil, asegura que su sueño fue pertenecer a una importante industria de la lucha, relata que al principio no contaba con la ayuda de sus padres, entonces se escapaba y se dirigía a los entrenamientos, "todo salía bien, hasta que tuve una lesión y no pude ocultarla, esa fue la razón por las que mis padres se percataron, tiempo después lo aceptaron" asi cuenta "Snake" como es conocido arriba en las cuerdas.

Ahora Bustamante con más de 15 años de carrera, quien ha conocido de cerca las derrotas, pero más las victorias, ha dejado de lado los enfrentamientos para dedicarse más a su hija, esposa y a la carrera de Producción Audiovisual y Cine que cursa en el IGAD, pues las luchas han dejado lesiones en sus articulaciones, por consiguiente trata de transmitir a las futuras generaciones todo su conocimiento.


Por último, una de las frases que más sobresalió fue escucharlo explicar, “No decides ser luchador, a veces las cosas te encuentran, quería ser un Star (Estrella) porque se vuelven Héroes”, y concluyó diciendo; “Para hacer esto, se necesita pasión, además de estar un poco loco”.


Jóvenes rescatan paredes del Sur de Guayaquil, por medio de la poesía.



Guayaquil se poetisa.


“El primer poema que leí fue la sonrisa de mamá” o “Tengo su nombre donde debería estar mi corazón”, son unas de las tantas frases que Aarón Torres, de 18 años, intenta replicar con el nombre de Acción Poética Guayaquil, al sur de la ciudad.

Pero Acción Poética se remonta a México de 1996, cuando el poeta Alanis Pulido reflejó sus obras, poemas y pensamientos, a través de un mural, de ahí miles de jóvenes se han impuesto plasmar sus ideas en distintas localidades.

“Se empezó este movimiento debido a mi deleite por la lectura y quería tratar de hacer algo diferente, comunicar mis gustos, no solo enriquecerme con la lectura yo, sino compartirla con los demás”.

Torres, comenzó a pintar solo en abril del año pasado, pero a medida que pasaron los meses, más chicos fueron sumándose a esta labor. En total son quince jóvenes que se reúnen antes de concretar una de las paredes. Por lo general, se colocan frases de escritores como Gabriel García Márquez, Mario Benedetti, o también artistas musicales, entre ellos, Calle 13. Lo que se busca es que las mismas, lleguen a la conciencia del transeúnte.

Los muros que son elegidos, deben poseer parámetros, como que hayan sido grafiteados durante mucho tiempo o que los mismos den una mala imagen al barrio. Solo así, existiría una variación, es decir, que cuando las personas concurran estas calles, se note el trabajo realizado.

Los murales pueden llegar a costar entre $10 a $15, los mismos que son asignados a un galón de pintura blanca, un bote de pintura negra, pinceles, brochas y bebidas para quienes conforman la agrupación. De ahí, el tiempo que les toma realizar el trabajo, lo promedian en un máximo de 3 horas, pues deben dejar que la pintura blanca se seque para continuar con las letras.

No obstante, como dice Aarón, quien estudia Gestión Empresarial en la Universidad de Guayaquil, les pueden caer bien a todo el mundo, pues saben que existe una diferencia entre grafitis pertenecientes a alguna pandilla y lo que ellos hacen, aun así, su mejor recompensa es una sonrisa o hasta felicitaciones por parte de quienes los apoyan.

Ana Belén Valero de 19 años, quien estudia Ingeniería Civil y forma parte del club, asegura sentirse libre al trazar un mural, porque puede expresar cómo se siente o lo que piensa, además de cristalizar lo que es el mundo, la vida, todo esto por medio de la poesía. “Hay personas que se sienten identificadas, es lo que te impulsa a seguir haciéndolo”.

Al inicio o hasta hace muy poco, las pinturas eran compradas con sus fondos, ahora cuentan con el apoyo del Vicegobernador del Guayas, quien los contactó para que sigan creando. “Nos financian las pinturas e intervenimos en lugares que son manejados por ellos, como CEPRODIS, que es un edificio en la AV. 25 de Julio diagonal al Riocentro Sur, que siempre había pasado garabateado y en este momento vamos a trabajar ahí”.

Al igual que para esta institución, el Colegio Francisco de Orellana les abrió sus puertas, en los exteriores, han pintado 4 murales con frases como “Podrás encontrar el amor”…  y a su costado menciona: “A la vuelta de la esquina”, esta es una de las expresiones que cuenta con mayor aceptación por lo estudiantes.  “Esperamos que la juventud se dé cuenta que puede hacer algo diferente, que puede marcar un cambio, lamentablemente es una época muy difícil por las drogas, entonces demostrar a los chicos que se puede disfrutar de la juventud, sin ningún vicio”.

Otra de las integrantes es María Cristina Valero, ella tiene 17 años y se encuentra cursando la especialidad de Contabilidad en el colegio, manifiesta que le agrada todo lo que tenga que ver con la poesía o la lectura, y lo que hace, lo considera una forma de llevar a los demás a ésta; sin bien reconoce que existen frases que alegran el día, otras por lo contrario, logran que reflexiones solo examinándolas con atención. “Llevo a las personas lo que me gusta, de una forma diferente” concluyó.

Actualmente Acción Poética Guayaquil, posee más de 30 murales por todo el sur, de ellos, uno ha sido garabateado con grafitis sin sentido, pero el mismo está en proceso de restauración. 

Torres, afirma ser ídolo del Barcelona S.C, y al cuestionarle si conocía las Ordenanzas Municipales y lo que tiene que ver con las multas a quienes afecten el ornato de la urbe, alega haber querido contactarse con el Municipio, lastimosamente aún no lo ha conseguido, puesto que su intención no es el de dañar bienes, sino más bien culturizar a la gente.


Por último, lo que intenta Acción Poética Guayaquil, es expandirse por toda la urbe, ya no sólo el sur. Asimismo esperan la integración de más jóvenes a su actividad. “Tratamos de que Guayaquil se convierta en una zona cultural, ¡que falta mucho! Y creemos que las cosas grandes, empiezan de cosas muy pequeñas que pueden marcar un gran cambio”.

Los encebollados enamoran a Guayaquil




“Deme uno pepa” es así como se refieren cuando deciden degustar el plato tradicional de Guayaquil, porque en sus fiestas se rememora lo que hace grande a esta ciudad. La pregunta que se hace es, ¿qué representa a un guayaquileño? Pues muchos aseguran que es su gastronomía, pero de entre tantos platos, hay uno que sobresale, que se prueba con delicia, ya sea por su aroma, su colorido o por su inconfundible sabor, no es otro que el encebollado.

Este alimento viene desde años atrás, a partir de la época de la colonia cuando apenas llevaba yuca, pescado salado y un poco de cebolla, pero el tiempo pasó y sus ingredientes así como su clientela aumentaron.

Sin embargo, se cree que se popularizó en la década de los 60, iniciando por el suburbio de Guayaquil, en las carretillas donde se transportaba el caldo en baldes enlozados, servido con cucharones y platos de igual material.

Un ejemplo de aquello es Gavino Moya de 56 años, ambateño de nacimiento, pero “guayaco” en todo su esplendor, él lleva 48 años preparando el plato más grandioso de la ciudad, sus inicios fueron con su mamá, quien con una mesita y un fogón a leña vendían este alimento al frente de la puerta número uno del Cementerio General.

Gavino, como lo llaman todos sus clientes y esto por referencia a su picantería ubicada en la 13ava, entre Maldonado y Calicuchima, reconoce que cuando tenía 13 años comenzó a trabajar solo, en ese tiempo vendía dos baldes enlozados repletos de encebollado, lo que significaba 120 platos al día.

Su gusto por la comida y además por la cocina, lo llevó a seguir innovando su plato, ya no quería ser el típico encebollado que se vendía en cualquier esquina, por lo que comenzó a fusionar su creación con las frutas, primero probó con la papaya, dando un resultado poco acogedor, luego la piña verde fue su segunda opción, logró darle un sabor único, pero no el que esperaba, así que siguió probando y le introdujo el limón, lo que para él fue la peor idea, pues al calentarlo su amargura fue tal, que la descartó por completo. Cuando estaba a punto de rendirse, intentó mezclarlo con el maracuyá, el sabor fue tan delicioso que hasta el día de hoy, lo sigue sirviendo y sus comensales admiran y aprecian su invención.

Él ha participado en varios eventos, el que más recuerda es el del “Mundial del encebollado”, aunque no lo pudo ganar, su talento salió a relucir, hoy por hoy vende entre 100 a 250 platos de lunes a domingo de 8:00 a 16:00.

Al guayaquileño se le ha hecho tradicional comerse un encebollado a cualquier hora del día, ya no funciona solo como un desayuno, sino que además no cae mal servírselo como almuerzo o merienda. Sus complementos como el chifle, el tostado, la porción de arroz o el pan, no pueden faltar. Una gaseosa, un jugo de naranja o de limón para disfrutarlo mejor.

Todos los que ofertan este plato tienen su secreto, al preguntárselos y decir si nos lo pueden contar, aseguran que ya no lo es, pues sus clientes siempre se los preguntan y ellos responden amablemente, porque saben que su secreto no está en decir el ingrediente, sino en cómo prepararlo.

Este es el caso de Martha Angélica Cujilán de 58 años,  ella es oriunda de Milagro, pero se considera guayaquileña de corazón por tantos años que ha vivido en este cantón. Su historia aguerrida como cualquier otra, empieza por la falta de trabajo que en ese entonces a los tres meses se terminaba. “Yo no sabía cómo se hacía el encebollado, pero como trabajaba para un amigo que tenía una picantería por Junín y Boyacá, me dejó una base de la preparación del plato”, aseguró.

En 1983, con una mesita a fuera de donde alquilaba, comenzó a vender su encebollado, esto gracias a la idea de su mamá (Sofía Aragonés), al principio vendía entre 5 a 10 platos, lo que no la desmotivó, sino que siguió adelante y actualmente tiene su local llamado “El pez volador” entre las calles Aguirre y José Mascote, el mismo que ganó hace dos años la Estrella Culinaria de Oro, concurso realizado por el Municipio de Guayaquil, en donde tuvo que enfrentarse con otros 30 locales más.

Pero en qué radica su preparación, pues doña Martha tiene un ingrediente que le ha dado satisfacción. Probó con la yerba buena y con la albahaca, pero solo le daba un sabor igual o parecido al de los demás, a pesar de ello no deseaba eso, fue entonces que después de probar un consomé con Jengibre, decidió insertarlo en su plato, este tallo grueso, de olor aromático, sabor acre y picante, fue lo que resultó el componente ideal para toda su producción, lo que hoy en día representa que sus clientes lleguen por montón.

Aunque doña Martha estudió enfermería y también para ser modista, cuenta que nunca se imaginó vendiendo encebollado, no obstante se siente feliz de hacer aquello, porque en su local labora la mayoría de su familia, aunque su horario es de lunes a domingo de 9:00 a 15:00 y esto sin contar las horas previas de la preparación, precisa que no cambiaría nada en su vida.


Gavino y Martha son dos luchadores guayaquileños, no por haber nacido aquí, sino por haber dado tanto a una ciudad que no les pedía nada. Así es Guayaquil, cuna de ensueño y de trabajadores, donde sus habitantes acogen a todos por igual, no hacen distinción, ni mucho menos exigen algo a cambio. Hoy en sus fiestas, que más que rendirle un homenaje, comiendo un delicioso encebollado. ¡Buen provecho!

“Captar la atención de jóvenes que se encuentran en formación, es un desafío”


Entrevista a Rodrigo Cisternas

Decano de la Facultad de Comunicación Mónica Herrera – Casa Grande

Con 25 años en la docencia y publicista de profesión, Rodrigo Cisternas ha dedicado la mayor parte de ese tiempo a los estudios, a su haber destacan tres maestrías, una en publicidad, otra en educación y una más en Antropología, por lo que ahora cursa su doctorado en Publicidad y Relaciones Públicas. Su trabajo como decano de la Facultad de Comunicación Mónica Herrera, la ha sabido manejar con su grupo de colaboradores en el año y medio de gestión que acarrea. Su propuesta de realizar conversatorios para estudiantes de comunicación, lo ha llevado a nombrar a este, el año del periodismo.

Es un año excepcional en materia de la comunicación, ¿por qué la Facultad de Comunicación Mónica Herrera en Casa Grande, lo considera el año del periodismo?

No existe una razón en particular; ha sido una decisión para fortalecer la carrera, el periodismo es relevante para cualquier facultad de comunicación, y aunque suene curioso, el periodismo está en la boca de los periodistas. Pero una razón interna, es porque la Universidad Casa Grande, está lanzando la primera maestría de periodismo en Guayaquil.

La idea de los conversatorios, ¿cómo surgió?

En enero fue nuestro primer encuentro con periodistas de Latinoamérica, lo hicimos con la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), nosotros fuimos sede para un trabajo que se hizo con periodistas de Brasil, Argentina, Paraguay, Chile, Colombia, Venezuela y Ecuador, que no era un encuentro de estudiantes, sino entre estos profesionales, en donde se realizaría un trabajo sobre el periodismo ciudadano que estará próximo a salir. Y con este evento se dio la iniciativa de realizar muchos más.

¿Qué fue lo más difícil de planear encuentros en donde los estudiantes centraran su atención?

El tema de la selectividad, en que aquello que se interesan mucho y lo que no, creo que captar la atención en jóvenes que se encuentran en formación es un desafío, no porque decidieron estudiar periodismo, es decir que todo les interesa, nosotros tratamos de abarcar diferentes temas para que ellos sepan por cuál guiarse.

¿Estos conversatorios fomentan las destrezas de los estudiantes?

Se forma en ellos referentes, van conociendo gente que está metida en el medio y de a poco se van sumergiendo en el mismo. Todo esto debe ser permanente, porque la formación de destrezas es por la acumulación de estos encuentros.

¿Qué estrategias llevó a cabo para gestionar los conversatorios?

Pues floreció del área de Relaciones Públicas, del Departamento de Vinculación y también de alumnos que se encuentran cursando los últimos años de la carrera. Todos ellos proponen ideas e iniciativas sobre lo que podría ser o no, un buen tema a debatir en un panel. Es decir que este es un proceso bastante dinámico y participativo.

¿Cuántos conversatorios se espera cumplir en el año?

En este primer semestre, hemos realizado seis y ahora se viene el de los Juegos Olímpicos, éste va hacer el último porque pronto se terminarán las clases, de ahí viene este nuevo proceso de reuniones, de captar ideas y evaluar lo que hemos realizado con los conversatorios, y ya para el segundo semestre se manejan propuestas como talleres de audiovisual, edición de audio, edición periodística, las plataformas virtuales y periodismo digital.

¿Cómo decano de la facultad cuáles son los retos que espera afrontar?

Ante todo, estar siempre a la vanguardia en la formación de futuros periodistas en estos nuevos contextos de la comunicación. Porque con las redes sociales se cree que todos podemos ser periodistas, pero sigo pensando que no es así, el periodismo es toda una profesión que requiere de mucha información, conocimiento y de arte, de cómo cuentan historias de manera apasionante. Es decir, yo como periodista debo hacerlo de una manera responsable, contrastarlo, buscar la mejor manera de transmitirla.

¿Cree que es el mejor año para el periodismo?

No es solo el mejor año, sino que hoy estamos viviendo una época en donde el tema de tener buena información, es clave, y aunque suene como cliché, información hay demasiada, no obstante, el formularla de manera oportuna y correcta, esa es la misión de un buen periodista.

¿Ha visto algo por superar en la antigua jurisdicción?

Es bueno reconocer lo que se ha hecho en la facultad, por algo tiene su prestigio, y es un poco pretencioso decir que voy a superarlo, más bien me planteo mis propias metas, qué puedo proponer, y lo que yo no quiero hacer es algo de Rodrigo Cisternas, sino una cosa de equipo al que yo pertenezco, porque yo hago una facultad con un gran conjunto, y muchas de las cosas que se hacen es de la iniciativa de ellos.


La creatividad de Aniceto lo demuestra en sus 17 locales.


Una vez leí que la creatividad es el recurso más importante en el ser humano, sin ella no habría progreso y siempre se repetirían las mismas ideas. La verdad esto sucede mucho a la hora de abrir un negocio, todos ofrecen productos o servicios y la mayoría se encuentra satisfecha por hacerlo, no hay duda que es un paso gigante por emprender algo, pero se olvidan de lo esencial, de lo llamativo y con esto me refiero al nombre que le pondrán a su futuro establecimiento.

¿Por qué el nombre debe ser lo más importante? Pues la respuesta gira entorno a la carta de presentación, es decir que al leerlo, es como si una persona diera su primera impresión; sin embargo, el detalle está, en que perdure en el tiempo y sea fácil de recordar.

Aniceto Barrero de 56 años, es un ejemplo claro de este conocimiento, su local llamado “Grande, Grueso y K-bezón”, que se dedica a la venta de varios piqueos, es uno de los que ha trascendido en la ciudad de Guayaquil. Él relata que el nombre de su local siempre ha llevado a malas interpretaciones, pero asegura que el mismo no tiene ánimos de ofender a nadie, ni dañar la susceptibilidad  de los transeúntes, porque al fin y al cabo a lo que se refiere, son a los chuzos.

La idea de ponerle “Grueso, Largo y K-bezón” como lo detalla Barrero, proviene de su raza, él nació en la parroquia Ricaurte, del cantón Urdaneta, en la provincia de Los Ríos, asegura que allá los nombres extraños y un poco raros, abundan, por lo que quiso hacerle honor a su lugar natal.

Exactamente en 1981, después de que regresara de los Estados Unidos por un año y medio, abrió las puertas de su local, el recuerda que cruzaba por momentos difíciles de su vida, pues no mantenía su parte emocional tranquila y por consecuencia se agobiaba, pero entonces meditó y como todo hombre religioso, pidió ayuda para salir adelante, lo que tiempo después se reflejó en su vida diaria.

Cada noche en La Aurora, donde queda uno de sus locales y es donde él atiende, ofrece a sus clientes tortillas de verde, yuca, mote y papa, pero con un toque diferente, sin ninguna gota de aceite, asimismo da a conocer la variedad de pinchos que ostenta, como el chuzo cuencano, de pollo, lomo fino y el más pedido por todos, el de parrillada.

Su esposa, Tania Cevallos de 47 años y con quien tiene 4 hijos, cuenta que un día en el local es agitado, las personas llegan y piden muchas veces la especialidad de la casa, esta es, “El Gallo Pinto”, una comida típica de la provincia de Los Ríos, la misma lleva carne de chancho oreada con leña verde, acompañada de moro, menestra y una salsa que deja a todos pidiendo mucho más.

A diario se venden aproximadamente 800 chuzos, lo que varía dependiendo de cada lugar, y esto es porque posee más de 17 locales con su nombre, 12 de ellos propios y 5 son franquicias; no obstante, al preguntarle por otros negocios que replican su nombre sin su autorización, considera que es una bendición que todos trabajen, pues todos tenemos derecho a laborar libremente.

Carolina Mujica de 52 años e Ignacio Matamoros de 53, asistieron a degustar uno de los platos  más pedidos en el sitio, el mismo consistía en un moro con menestra y chuleta, pero también pidieron unos chuzos parrilladas, para no arruinar la ocasión. “Su sabor es diferente y en cuanto al nombre, nunca lo distorsioné, desde un principio pensé que era un chuzo” afirmó Mujica.

Aniceto como lo conocen la mayoría de sus comensales, realiza las compras todos los días en el Mercado Mayorista, su horario de trabajo comienza a las 16H00 que es cuando abre su espacio y concluye a las 24H00, repitiéndose de lunes a domingo, solo por la satisfacción de sus clientes.

Al final de su jornada de trabajo, piensa en el apoyo que obtuvo de sus padres y, aunque ahora no están con él, siempre los lleva en su corazón, a esto le suma la gratificación de atender a las personas y piensa que una tortilla, un chuzo, o un arroz con menestra con lo que usted quiera, siempre vendrá bien en los mejores momentos. “Porque barriga llena, corazón contento”.

Telégrafo: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/guayaquil/10/la-iniciativa-de-aniceto-es-ahora-un-negocio-popular

Jefferson Sandoval Guerrero